Hablar de Edimburgo, es hablar de casa. Allí anduve casi dos años, dos años de los cuales guardo un especial cariño, dos años en los que viví momentos difícilmente descriptibles e inolvidables. Hablar de Edimburgo es sacarme una sonrisa, es retroceder en el tiempo y volver a vivir lo vivido. Hablar de Edimburgo es simplemente maravilloso.
Y es que indudablemente, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, una experiencia que repetiría una y otra vez. Edimburgo me hizo ser feliz y no hay nada más importante que la felicidad.
Y esto me hace reflexionar y preguntarme si realmente nos enamoramos de un lugar, o en realidad quedamos prendidos de momentos y estos momentos nos hacen rendirnos a lugares. Mi respuesta no tiene discusión alguna, a mi modo de ver, los momentos vividos son los que hacen de un lugar, por muy deslumbrante que sea, idílico o no.
Y es verdad que los momentos son efímeros, y que las personas que ayudan a elevar a nivel de paraíso esos momentos, e indirectamente a idealizar esos lugares, pueden permanecer o partir, pero los recuerdos son eternos y mis recuerdos siempre mantendrán a Edimburgo en el pedestal al cual fue catapultado.
Del mismo modo, no debemos vivir de recuerdos, sino de momentos. Creemos momentos, que llenen nuestros recuerdos de lugares idílicos.
Y como no hay cosa que me haría más feliz que contribuir a crear lugares idílicos, os dejo algunas tips en los siguientes artículos para quien este pensando en dejarse caer por la capital escocesa. Y podáis disfrutar de esta ciudad, como yo lo he hecho.
Un artículo muy bueno y con buena información de la ciudad y sus atracciones!
Mucha suerte para esta nueva aventura y un abrazo.